Puri (mujer de 75 años) lleva un par de días “revuelta”. No sabe si le ha sentado mal la barbacoa de ayer o si es el calor aplastante que hace. Ha bajado a comprar el pan. Siempre va corriendo porque tiene prisa por volver a casa para estar con su marido que tiene Alzheimer. Lo cuida día y noche y se le llena la boca al decir que llevan 60 años juntos.
Hoy se ha encontrado con Rosi y Juan, menos mal, porque necesitaba parar un poquillo. Le falta un poco el aire caminando, pero ella cree que es del calor. Tras subir al segundo piso sin ascensor, donde ha vivido siempre, hoy nota fatiga y un poco de mareo. Se lo ha contado a sus dos hijas por teléfono, hablan todos los días, pero les ha dicho que no se preocupen, que lo importante es su padre, que últimamente está empeorando y empieza a confundir el estropajo con macarrones.
Esto le preocupa bastante. También le duelen un poco los brazos, pero lo achaca a tener que movilizar a su marido prácticamente sin ayuda. Pasa la tarde tranquila en el sofá. Pero al día siguiente empieza a alarmarse más. También tiene ganas de vomitar y las piernas cansadas, así que decide acercarse al centro de salud a pesar de que tenía que cuidar de sus nietos por la mañana. Su hija mayor le convence para ir mejor al hospital que al centro de salud “porque allí hacen más rápido las analíticas, que es lo que tú necesitas”. La hija pequeña tiene que irse del trabajo para quedarse con su padre y sus sobrinos. “Menudo jaleo que habéis montado, yo no quería molestar”, afirma Puri.
Llegan a la urgencia del hospital y a los pocos minutos le llaman.
– ¿Qué te han dicho? Pregunta su hija.
– Nada, me han tomado la tensión en un cuartito y me han dado un pinchazo en el dedo. Me ha dicho que está todo bien, que me siente a esperar y que hoy hay mucho jaleo.
– ¿Qué le has contado mamá?
– Que estoy un poco cansada y mareada…
Tras 2 horas de espera le llama el médico. Puri quiere contarle todo lo que se ha sentido estos dos días. Pero él lo achaca al estrés que está sufriendo por el empeoramiento de la enfermedad de su marido. Le explica que le van a sacar sangre, que le van a hacer una radiografía y que le darán un ansiolítico que tendrá que deshacerse solo debajo de lengua.
A la hora y pico van a buscarla corriendo a la sala de espera. Le dicen que ha salido una cosa alterada, no sé qué de daño del corazón, que lo primero que hay que hacerle es un electrocardiograma. Puri sabía que algo iba mal al ver la cara del enfermero mientras que salía el electrocardiograma del aparato y pensaba que tendría que haber ido a urgencias antes, mientras que el personal de urgencias pensaba a su vez que tendrían que haberle hecho el electrocardiograma también antes…
La mujer no reconoce su sintomatología como dolor torácico isquémico. Por lo que se retrasa el tiempo para acudir al hospital o solicitar ayuda. Además, al no reconocer la sintomatología como grave, antepone cuidados familiares o laborales a lo que le está pasando. Una vez que decide acudir al servicio de urgencias, dado que la entrevista clínica se hace más larga, el tiempo puerta electrocardiograma se ve aumentado. Eso si se pide electrocardiograma, porque en muchas ocasiones no manifestará dolor torácico. En otras ocasiones, al manifestar ansiedad o depresión, se le tratará este síntoma sin tener en cuenta que puede ser un SCA. Y la conclusión final es que acabará aumentando el tiempo puerta-balón con las consecuencias que esto conlleva.
- Aumentar la concienciación de las mujeres, del personal sanitario, del público y de los responsables políticos sobre el riesgo de infarto agudo de miocardio, los síntomas específicos asociados al sexo y la presentación clínica.
- Examinar las interacciones genéticas y medioambientales en la predicción del inicio temprano de la enfermedad coronaria en las mujeres.
- Evaluar los mecanismos por los cuales los factores de riesgo psicosocial (p. ej. depresión, el estrés percibido, los conflictos matrimoniales, ansiedad, apoyo social deficiente) influyen en el desarrollo y la progresión de las enfermedades cardiovasculares.
- Mejorar los métodos para diagnosticar y tratar el espasmo arterial coronario, la disección arterial coronaria espontánea y la enfermedad arterial coronaria microvascular en las mujeres.
- Asesoramiento sexual a todas las mujeres y sus parejas antes del alta hospitalaria.
- Aumentar el porcentaje de cumplimiento del tratamiento farmacológico, con especial énfasis en el cumplimiento de las guías clínicas, tanto por el clínico como por el paciente.
- Implementar tratamientos psicológicos eficaces para reducir las barreras y mejorar la adherencia a la recomendaciones basadas en las directrices y mejorar la calidad de vida
- Desarrollar y evaluar estrategias innovadoras, estrategias de prevención secundaria adaptadas para las mujeres después del IAM como una alternativa a los programas de rehabilitación cardíaca en los centros de rehabilitación: usando tecnología móvil, apoyo de compañeros, entrenadores de salud, trabajadores comunitarios de salud y “telesalud”.
- Desarrollar y probar intervenciones efectivas de prevención primaria y secundaria que sean culturalmente apropiadas para las mujeres a lo largo de la vida y en una variedad de clínicas.
- Establecer estrategias para aumentar la inclusión de mujeres de todas las edades en la investigación clínica cardiovascular (elevar las tasas de inclusión obligatoria, exigir informes estratificados por sexo).
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Elena te felicito por la publicación, muy instructiva y que me recuerda más de un caso atendido en atención primaria
Hola, muchísimas gracias. A ti te recuerda a atención primaria, a mi a urgencias… Desafortunadamente se nos puede escapar en cualquier ámbito. Gracias por el comentario.
Felicidades…desde México..le sigo…
Muchísimas gracias Javier, un saludo